Mundo de ficçãoIniciar sessãoAnna seguía dormida.
El sonido del monitor acompañaba el ritmo sereno de su respiración. La luz tenue del hospital le daba un aire etéreo, casi frágil.
Lissandro permanecía sentado junto a su cama, con los codos apoyados en las rodillas y los ojos fijos en su rostro. Le acariciaba la mano con delicadeza, pasando el pulgar sobre sus dedos.
La observó largo rato. La herida en su frente, el leve moretón en la mejilla… cada marca le ardía en la piel como si se la hubiesen hecho a él.
—Mi amor… —susurró, besando su mano—. No te preocupes, ya estás a salvo.
Le acomodó un mechón de cabello que caía sobre la venda y dej&oac







