Mundo ficciónIniciar sesiónPasaron los días, y Lissandro había terminado de fortificar el orfanato.
Al fin, Lucía se había mudado a la mansión.
Salió con Anna a comprar adornos y muebles para su nueva casa; Lucía brillaba de felicidad. Aun así, las seguían discretamente dos guardaespaldas de confianza de Lissandro: Minerva, prima de la esposa de Armando, y su hermana Diana, ambas parientes de Annalena y Annalia. Totalmente confiables.
Lo mejor: eran mujeres, y eso las hacía perfectas para proteger a Anna y a Lucía sin llamar la atención.
—Minerva, Diana, vengan, tomen un café con nosotras —invitó Anna con su dulzura







