Anna estaba recostada sobre el pecho de Lissandro, entre las sábanas de la habitación del hotel parisino.
La luz suave de la tarde se filtraba por las cortinas y el silencio era tan perfecto que solo se escuchaba su respiración y el leve zumbido del teléfono que Anna sostenía en las manos.
—Oh, amor, mira —dijo sonriendo—. Isabella y Michelle se comprometieron… qué lindo.
Lissandro alzó una ceja y sonrió, pasando su brazo por debajo de ella para acercarla más.
—Me alegra —susurró—. No muchos logran cumplir el sueño de casarse con su estrella favorita. Isa era su fan, ¿no?
Anna rió, hundiendo el rostro contra su cuello.
—Jajaja, sí… pero Michelle la adora. Mira, lo hicieron en el orfanato.
Le mostró la pantalla. En las fotos se veían las luces, las flores, las niñas sonrientes y los anillos brillando entre los dedos entrelazados.
—Ahí se conocieron, así que está bien que haya sido en un lugar especial —dijo Lissandro con voz suave.
Anna suspiró, su mirada se perdió por un momento.
—Rec