Mundo de ficçãoIniciar sessãoEl pasillo del orfanato estaba tranquilo.
Las voces de las niñas se escuchaban a lo lejos, y Leandro avanzaba con paso firme, su habitual sonrisa traviesa dibujada en los labios.
No tardó en encontrarse con Lucciano, que salía de la oficina con una carpeta en la mano.
—¿Dónde vas, gemelo malvado? —preguntó él con tono burlón—. ¿A molestar a mi amiga?
Leandro arqueó una ceja.
—Amaneciste inteligente hoy, Rivas. ¿Qué comiste?
Lucciano soltó una carcajada.
—Un







