—No sé, Mariana... No creo... pero Trina se va a infartar si se entera de tus dudas. Tú sabes que le gusta Dionisio. Como está esta juventud de liberal se puede esperar cualquier cosa. Pero tu hijo se ve muy macho y está comprometido. No creo que batee para ese lado.
(pobre ilusa)
Efectivamente, Trina estaba en la bodega limpiando los estantes. Sale con un cubo lleno de agua sucia y un trapo, cuando a la distancia, vio a Dionisio y Lancelot caminando hombro a hombro, hablándose con confianza y mirándose con sonrisas suaves camino al despacho.
Un nudo de rabia le subió desde el pecho a la garganta.
—Maldito seas, Lancelot… no solo vas a meterte en problemas, sino que parece que le gusta el patrón… Si piensa dejarme atrás está muy equivocado, ya que no me funcionó mi plan en el pasado, no estaría mal ponerlo a prueba una vez más con el hijo de los Watson—susurró para sí misma, con los ojos llenos de furia contenida.
En el despacho, Dionisio cerró la puerta tras ellos.
—Quiero que revise