Las personas seguían llegando a la asociación de la familia Rhys, que ahora estaba llena de aquellos que habían sido rescatados en la clínica de maternidad asistida. El ir y venir de matrimonios que fueron atendidos durante años en la clínica, no solo del país, sino de muchos lugares en el mundo, era impresionante.
—Ari, no sé si puedo con todo esto —dice Camelia, mirando la enorme cantidad de niños de los cuales no tienen ni idea de quiénes pueden ser sus padres—. Es tan horrible que ni en mis peores pesadillas imaginé que pudiera suceder algo así.—Yo tampoco, Cami. Cada vez que traen los resultados de paternidad, mi corazón tiembla pensando en que van a aparecer hijos míos o de Marlon —dice Ariel, algo aliviado porque de los niños de la casa, ninguno era suyo—. Y nosotros que creímos que nuestro problema era el peor de todos