En el hospital, Miller comienza a despertar y, al abrir los ojos, ve a la doctora Elizabeth dormida, recostada en su cama. Se ve tan apacible y hermosa que se queda un rato sin moverse, contemplándola, hasta que entra una enfermera para revisarlo.
—¿Despertó, capitán Miller? ¿Cómo se siente? ¿Le duele algo? —pregunta la enfermera sin dejar de atender al paciente.—Un poco la cabeza, nada que no pueda aguantar —respondió Miller—. ¿Qué hago aquí?—La doctora lo trajo porque tenía una pequeña hemorragia por el golpe que recibió —explicó la enfermera, y al ver cómo Elizabeth despertaba, se dirigió a ella—. Oh, doctora, debería ir a descansar. No se ha movido de su lado ni un instante.—Hola, Miller. ¿Cómo te sientes? —lo saluda la doctora, que se levanta de inmediato y c