383. EL PASADO DE CAMELIA
Ariel estaba horrorizado con la historia; pensaba que el problema era más serio de lo que había previsto. Debía poner más guardias para cuidar de su esposa e hijos, mientras escuchaba la escalofriante narrativa que seguía relatando Nadia. Según ella, una noche su esposa se encontraba sola en el apartamento y vio al indigente señalando su casa desde la calle, a unos metros de donde se bajaron unos tipos fornidos.
—¡Jesús! —exclamó Nadia, todavía asustada al recordarlo—. Menos mal que Richard apareció en ese momento, junto a unos amigos de él con quienes habíamos acordado ver unas películas en la casa, y afortunadamente impidieron una desgracia llamando a la policía. El portero nos dijo que ellos se dedicaban a robar chicas.
Ariel la miró con incredulidad, aún sin poder creer que su esposa se hubiera expuesto de esa manera