Ella no dice nada, pero abraza a su mamá sin dejar de llorar. Camilo se separa de ambas y le acaricia la cabeza con cariño.
—Cami, estuvimos pensando, ¿qué crees si te vas con Ariel a una institución en el extranjero especializada en casos como el tuyo? La doctora nos aseguró que es muy bueno y que te ibas a sentir mejor si lo hacías con tu esposo. Sería cuando ella te dé el alta —Camilo le habla muy suavemente, con amor, sin dejar de acariciar a su pequeña hija, sintiendo su corazón roto por verla en ese estado—. ¿Qué opinas, Cami? —Cariño, déjala —interviene la señora Lirio—. Cami, iremos a la casa y te dejaremos con tu esposo, ¿de acuerdo? Piensa en lo que te dijimos y no olvides que te amamos, hija. Pero ella sigue llorando, escondida detrás de la bufanda que le cubre todo el rostro,