Ariel no sabe qué hacer; la comprende, pero no quiere que se hunda en el dolor como hizo él. Le costó demasiados años salir de esa desolación y sufrimiento. No puede dejar que su hermosa esposa pase por todo lo que pasó y sigue pasando. Por eso le ofrece irse a la isla de la familia Rhys.
—¡No! —se niega Camelia rotundamente—. Ahí sabrán que estamos e irán. No tengo valor para mirar a la cara a todos. Por favor, amor, vámonos lejos, de viaje por el mundo. Necesito que pase el tiempo antes de poder mirar a las personas de la familia a los ojos. Camelia se destapa y lo mira a los ojos. Es la viva imagen de la desolación. Por lo menos está pidiendo irse con él, piensa Ariel, y por eso toma una decisión. —Está bien, nos iremos ahora mismo. Levántate, que te complaceré —dice decidido, dirigién