El senador la miró por un instante y no cedió. Tenía mucho miedo de que la emoción le provocara un infarto y la perdiera. Insistió en que se tomara la pastilla o no le diría, no correría el riesgo de perderla. Ella frunció el ceño, preocupada, mirando hacia la puerta con el miedo de que hubiera sucedido algo con su hija o tal vez…
—Vamos, querida, solo esta vez. Me dijo la enfermera que no has querido tomarla. Te aseguro que vale la pena —rogó Camilo, mirando nerviosamente hacia la puerta.—¿La encontraste, a Camelia? ¿Es eso? —preguntó Lirio.—No te diré. Vamos, tómatela si quieres que te responda eso —y le puso la pastilla en la mano.Lirio lo miró por un segundo y, decidida, tomó la píldora y se la tragó ante la mirada sonriente de Camilo, que esperó un rato y le avisó a Cl