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Al día siguiente, a primera hora, Benjamín llegó a tribunales para la declaración preliminar. No pude evitar verlo a través de una pantalla. Traje azul, sonrisa de manual, un ejército de micrófonos devotos. Claudia, desde adentro, nos mandaba mensajes concisos: “El juez lo escucha; niega todo; muestra cara de víctima; no se descompone.”

—¿Y Camila? —preguntó Eva.

“Pidió reprogramar. ‘Asuntos impostergables’. El juez la citó de nuevo con apercibimiento.”

Román apagó la transmisión.

***

En Del Valle, el equipo de sistemas tenía otro frente. Javier —el mismo que le debía favores a Eva— nos mostró en una pantalla un mapa de tráfico interno.

—Instalaron una puerta trasera hace semanas —explicó—. Sutil, como si fuera una función de mantenimiento. El acceso del piso diez era solo el anzuelo. El pez está en otra pecera.

—¿Dónde? —pregunté.

—En una VLAN de invitados. De esas que se prenden cuando viene prensa o proveedores. Desde ahí pivotearon a tu carpeta, Isabella, y a los esquemas de obra.
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