98: La fuente bajo la sal

Dejaron atrás los pórticos de Thalen al anochecer. Al amanecer siguiente tomaron rumbo sureste. La sal crujía bajo las botas. Auren latía tibia en el cinto de Adelia y corregía el rumbo cuando el terreno engañaba. Kal marcó distancias cortas. Los alados hicieron vuelos bajos. Los druidas avanzaron atentos a las vetas. La camilla de Ethan iba entre dos lobos y un mago.

A media mañana apareció una falla. Era un corredor hundido que respiraba hacia adentro. Bajaron por paredes de sal bruñida y cuarzo lechoso. El aire dejó de cortar y empezó a pesar. Taren tocó la roca.

—Respira desde abajo.

—Agua —dijo Adelia.

El corredor terminó en una bóveda baja. En el centro había un pozo redondo y oscuro, con el borde pulido por manos antiguas. Seraine había sido clara: sumergirse por completo para recuperar energía. Sin contar. Sin llamar. Confiar.

—Perímetro —ordenó Kal—. Estacas en la orilla. Silencio.

Adelia se quitó capa y botas. Comprobó a Ethan. Auren quedó pegada a la piel. Se sentó en el bo
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