Esa noche, el grupo fue acomodado en una de las alas más antiguas del Bastión.
Los Vigilantes les ofrecieron mantas limpias, comida caliente y medicinas para reponer fuerzas. También pudieron intercambiar conocimientos: los sanadores del bastión aprendieron sobre los efectos del Vacío en cuerpos vivos, mientras Adelia y Kal obtuvieron mapas actualizados, rutas alternativas y un diario de antiguos exploradores que habían intentado llegar a los Valles de Nyr hace siglos.
Adelia no pudo dormir. Observaba el mapa bajo la tenue luz de una antorcha, sintiendo cómo una llamada invisible tiraba de ella hacia ese lugar. El tercer sello no era un legado físico. Era un encuentro con el pasado, con la esencia del equilibrio. Y solo enfrentándolo, podrían preparar el camino para lo que estaba por venir. Tras horas de insomnio, Ethan la acercó a su cuerpo, en medio de la masa de gente durmiendo a su alrededor. La abrazó y le dio un beso en la frente, mientras masajeaba la espalda de Adelia. le susu