El suelo tembló con un estruendo sordo cuando la tierra cedió bajo el hechizo de Ethan. Una espiral de energía oscura y dorada giró en su palma, perforando el terreno con una precisión letal. Lo acompañaban doce guerreros, entre ellos Kal, Alfa de los guerreros nocturnos, y cuatro emisarios vampiros enviados por Drak. El túnel descendente que se abría ante ellos parecía devorar la luz, pero no titubearon. Sabían que al fondo de aquel agujero les aguardaba una ciudad cubierta por la roca y el silencio: Esvedra, el corazón de las ninfas.
El descenso fue rápido y brutal. La tierra los envolvía como un monstruo devorando intrusos. Cuando emergieron en un corredor iluminado por cristales flotantes, fueron recibidos por un grupo de guardias armados con lanzas hechas de savia petrificada. Hubo un tenso silencio. Luego, uno de los emisarios dio un paso al frente.
—Solicitamos audiencia con el Rey Lucian. Venimos en paz.
Los ojos de los guardianes se entrecerraron. Uno de ellos levantó la lanz