Al mismo tiempo en que miraba a su madre, sintió que aquella energía que le recorría el cuerpo no la había abandonado del todo. Notaba que algo había cambiado, pero no sabía todavía que era. Sin embargo, aquella sensación de paz, de pertenencia y de hogar era abrumadora. Por el hecho de que nunca conoció esa emoción, fue como si en ese momento la ansiedad y las dudas hubieran desaparecido. Por tanto, el sentirse cuidada y protegida era nuevo para ella.
—Supe que fuiste atacada por uno de los empleados de esta manada —Janeth respondió sacándola de sus pensamientos—. Astrea no puede ser posible que sigas trabajando para esta gente, tienes que renunciar ahora mismo.
—¡Eso es una exageración! —exclamó ella abriendo mucho los ojos.
—Te aseguro que es más peligroso aquí que en ese hueco del infierno llamado Medio Oriente en el que estabas.
—Mamá…
—Tenías planes, ¿cierto? —no la dejó terminar.
—Pero… mamá…
—Creo que es hora de que continúes con ellos —Janeth comenzó a hablar de manera rá