Por unos momentos las penetrantes miradas se cruzaron, el ruso pudo ver qué no había una pizca de miedo en los ojos de su enemigo, que venía dispuesto a todo.
— Eres valiente Italiano, pero está ofensa no te la voy a dejar pasar, de aquí no vas a salir vivo, cometiste un grave error, esta carga no te la vas a llevar.
— Oh, por supuesto que sí me la llevaré, quizas te deje vivir para verlo, o quizás no, eso depende de mí buen humor, así que te lo diré por última vez, nadie roba a los Gambino y vive para contarlo, debiste haber escuchado que nosotros somos implacables con los enemigos.
— ¿Qué mafia no lo es? Pero ustedes son menos que nada en comparación a los rusos y la Vratva, te estás sobrevalorando demasiado. El solo venir aquí era ya un suicidio, eso demuestra la poca inteligencia que tienes.
El líder de la Vratva rió, se estaba burlando de los italianos, los veía por debajo de sus hombros, cuando los que no eran nada, esos eran los rusos.
— ¿Crees que somos una mafia