Era más que evidente que el vampirito estaba de un humor negro, con la llegada de su hermano, probablemente a él ya no le pusieran la misma atención, eso no le gustaba para nada.
— Ya estamos aquí, ¿Cómo va todo Darío?
La reina de los licántropos por supuesto que vendría al hospital, se traba de su hermana que daría a luz, no se lo perderí cc v a por nada.
— Ellos siguen ahí dentro, no han salido a avisar nada, iré a la cafetería un momento, vamos Dilan, acompaña a papá.
— ¿Y yo qué? ¿Acaso estoy pintado? Tío Damiano, préstame unos dólares, quiero comprar golosinas, olvidé mi billetera en casa, papá nos hizo salir apurados a todos.
Vladish se volvió loco cuando su reina entró en trabajo de parto, no los dejo ni cambiarse de ropa.
El imponente mafioso vestido de traje oscuro hecho a medida, sacó su billetera de la bolsa de su inmaculada camisa blanca, y le dió unos billetes de alta denominación al pálido niño.
— Aquí tienes.
— Gracias tío Damiano, eres el tío más