Los licántropos no se mezclan con los humanos.
Decir que no le gustaban sería ser una gran mentirosa, no solo le gustaban, le parecían el color más bello y misterioso que había visto en toda su vida.
El sonrojo en sus blancas mejillas pronto la delataron.
— Son... Son encantadores...
El Alfa pensó que había recibido cumplidos en el pasado, y muchos, habían llamado a sus ojos el alma de un bosque, penetrantes, peligrosos, asesinos, más nunca encantadores. Así que solo se aclaró la garganta y dijo:
— Gracias... Supongo.
Pronto unos árboles dieron paso a una enorme ciudad, las casas que la formaban la hacian lucir esplendorosa, los ojos azules de la doctora no dejaban de mirar a todas partes, era más que evidente que el lugar le había sorprendido, ella lo veía todo con fascinación.
— ¡Por dios... este lugar es... muy hermoso! ¿Este es tu hogar?
— Lo es, lo encontramos hace algunos años. — El Alfa no le dijo que eso había sido hacia trescientos años. — Era gobernado por un Alfa tirano que hacía sufrir a su pueblo, en