La casa del alfa siempre había sido un lugar solemne.
No por ostentosa, sino por la energía que la rodeaba: una mezcla de autoridad, silencio contenido y poder latente. Las paredes estaban cubiertas de madera oscura, y los ventanales que daban al bosque parecían sostener la respiración cada vez que una reunión importante tenía lugar allí.
Esta no era la excepción.
A pesar de que todavía faltaban minutos para que comenzara de forma oficial, varios miembros del consejo ya estaban sentados alrededor de la mesa larga. Guerreros, líderes de escuadrón, el consejero mayor… y, por supuesto, Dorian, el beta.
Kael estaba de pie junto a la cabecera, los brazos cruzados, la postura rígida.
Intentaba parecer calmado.
Intentaba controlar su respiración.
Intentaba ignorar el tirón quemante del vínculo que golpeaba en su pecho como un puño cerrado cada vez que Amelia se movía.
Porque Amelia estaba allí.
Sentada entre dos guerreros mayores, con los dedos entrelazados y los hombros tensos, como si todo