Zane
La luna llena iluminaba el claro del bosque mientras Zane permanecía inmóvil sobre la roca más alta del territorio. Su silueta, recortada contra el cielo nocturno, proyectaba una sombra alargada sobre la tierra. Los aullidos de su manada resonaban a lo lejos, pero él prefería la soledad de las alturas. Desde allí podía verlo todo, controlarlo todo... excepto lo que ocurría en su interior.
El viento frío de la noche agitaba su cabello oscuro mientras cerraba los ojos, permitiendo que los recuerdos que tanto se esforzaba por mantener enterrados emergieran a la superficie. La imagen de Luna, con sus ojos desafiantes y su fragilidad oculta, había despertado algo en él que creía muerto hace mucho tiempo.
—No puedes permitírtelo —se dijo a sí mismo, su voz apenas un susurro que se perdió en la inmensidad del bosque.
Los recuerdos llegaron como una avalancha imposible de contener. Tenía apenas doce años cuando presenció cómo su padre, el anterior Alfa, se derrumbaba ante sus ojos. No po