Las horas habían pasado con una lentitud cruel desde que Paola tuvo aquella intensa conversación con Coromoto.
El eco de sus palabras aún vibraba en su mente, como una campana resonando en la distancia, También quedaba latente la promesa que le había hecho a Ángel: le contaría lo más importante de lo que Coromoto le había confiado, aunque sin revelar todos los detalles. El dolor que había en esa verdad era suficiente para quebrar a cualquiera.Esa mañana, Ángel apareció con un gesto que parecía venir del pasado, uno de esos detalles que alguna vez fueron parte de una rutina compartida...Un cafe Pero, no cualquiera: " un capuchino de vainilla, extra dulce, exactamente como lo tomaba Coromoto. No había sido para Paola, no realmente. Era para evocarla a ella...El vasito llevaba una dedicatoria escrita con marcador fino debajo de la etiqueta, justo como solía hacerlo antes:"Espero tengas un muy lindo día, mi amor bonito."Paola