CAPÍTULO 75: LA VISITA QUE MUERDE

CAPÍTULO 75: LA VISITA QUE MUERDE

Elena

El estómago se me cae a los pies. Juliette está en el umbral mientras que Lía y Nico asoman detrás de mí, curiosos.

—Adentro, cariño —les digo bajito—. A su cuarto, los dos. Cierren la puerta y pongan la tele. No salgan hasta que yo los llame.

—¿Quién es, mami? —pregunta Lía.

—Nadie importante —miento—. A su cuarto.

Obedecen a regañadientes. Espero a oír el pestillo y recién entonces doy un paso atrás para que Juliette entre. No dice nada al principio; pasea la mirada por la sala como si estuviera oliendo un cuarto de hotel barato. Revisa las flores de la mesa, la manta en el sofá, el dibujo de Nico pegado en la pared, todo le sobra.

La puerta se cierra detrás de los niños con un chasquido que me suena demasiado alto. Cuando vuelvo la mirada, Juliette ya está dentro. Me mide de arriba abajo, como si yo fuera un exhibidor mal puesto y ella la clienta que se aburre.

Percibo en su cara esa suficiencia con la que me mira, como si hubiera ensayado el
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