CAPÍTULO 49: EL PACTO ENTRE LEALES
Jacob
No sé quedarme quieto. Cuando la cabeza se me llena de ruido, muevo piezas hasta que todo obedece. Antes de que el sol termine de levantarse, ya tengo a tres personas al teléfono: el corredor, el abogado y el viejo Márquez, que me consigue lo que no existe y lo entrega sin preguntas.
—Quiero algo amplio —le digo al corredor, apoyado en la baranda del balcón—. Tres habitaciones mínimas, jardín, luz natural. Nada de mármol a la vista, nada de columnas ridículas. Barrio tranquilo, pero con acceso. Discreto.
—Entiendo —responde, nervioso, tomando notas—. Presupuesto…
—Que no parezca lo que cuesta. Y que los papeles estén limpios —remato.
Corto y llamo al abogado.
—Todo a nombre de Valmont Holdings, con usufructo a favor de Elena. Si alguien pregunta, es inversión. Y quiero una cláusula para que nadie, ni yo, pueda tocar esa casa sin su firma.
—Es… inusual en usted —balbucea—. Pero se puede.
—Para ayer.
Márquez entra en juego una hora después.
—Le p