Uno más y larguito jeje espero que les haya gustado!
MarinaPor un momento creo que me he golpeado tan fuerte en la cabeza que estoy viendo cosas, que he empezado a alucinar, pues es la única razón que encuentro ante lo que estoy viendo.Sin embargo, nada más tengo que sentir la respiración acelerada y asustada de Daniel a mi lado para saber que lamentablemente no es así. Lo que estoy viendo sí es real, mi padre, ese hombre detestable y alcohólico que nos hizo la vida imposible hace tantos años está aquí enfrente de nosotros con una sonrisa en el rostro.No puedo juzgar a Daniel por no haberlo reconocido al inicio, él era solo un niño de unos 12 años cuándo lo vio por última vez, y a diferencia de entonces, ya no se ve sudoroso y asqueroso por el licor, ahora lleva canas el cabello, traje entero de marca y una sonrisa petulante.—Hola, Marina, cuánto tiempo sin verte—me dice con una amabilidad tan falsa que siento que me estremezco.Es como si volviera a ser la niña pequeña que sabe que apenas diga algo indebido va a ser castigada.Sient
MarinaMe congelo.Siento como si toda la habitación hubiese quedado suspendida y en mis oídos lo único que escucho es un pitido agudo que ni siquiera sé si es real o no.Pero es que en lo único que puedo pensar, es en las palabras que este… que este hombre acaba de decir, porque no puede ser verdad.No.No, no, no.Lo escuché mal.Estoy tan golpeada, tan aturdida, tan jodidamente dolida que… debí entender mal.—¿Qué… qué dijiste? —mi voz apenas es un murmullo rasgado.Mi padre —no. Ese hombre. Ese maldito— sonríe como si acabara de ganar una partida.Él se cruza de brazos y me mira como si disfrutara del momento.—Lo que escuchaste. No eres mi hija, Marina. Nunca lo fuiste.Niego. Instintivamente. Como si el cuerpo supiera antes que la mente que no puedo aceptar esto.—Estás mintiendo —escupo, llevándome las manos al cuello aún adolorido—. Solo quieres joderme la cabeza. Siempre lo has hecho. Siempre has sido un mentiroso, un manipulador, un maldito…Él se carcajea, lento y podrido co
SalvadorEl silencio que llena mi mente al escuchar las palabras de Renata se queda conmigo mientras salgo de la sala de interrogatorios y continúa mientras sigo mi camino hacia la salida de la comisaría.A la lejanía se filtran voces pero es como si estuviera bloqueado, como si lo único que pudiera escuchar en mi mente son las palabras de Renata y de inmediato viene a mi cabeza toda la m4ldita investigación que Alex me dio sobre la basura que es Joseph Rivera, el padre alcohólico, maltratador y ex policía de Marina.Nunca pensé que ese malnacido estuviera involucrado en esto, no me conoce, no tiene nada que ver conmigo ¿Entonces por qué robarme?Y a todas estas ¿De dónde se conoce con Renata y su hermano? Ella ya no quiso volver a contestar nada y pidió que llamaran a su abogado, lo que me deja atado de manos en lo que se refiere a ella para encontrar información.Pero lo que realmente me jode y hace que la furia me llene desde dentro, es el hecho de que yo lo investigué, leí sobre él
SalvadorHan pasado más de cuarenta y ocho horas desde que Marina desapareció.Más de dos malditos días.Y no hay ni una sola señal clara de dónde está.No he dormido más de tres o cuatro horas desde entonces. Cada vez que cierro los ojos solo puedo ver su rostro, su cuerpo golpeado en esa cámara de seguridad, lo cansada que se veía… la forma en que apenas podía caminar. Y yo la eché. Yo la empujé directo a la boca del lobo.Camino por el pasillo de la mansión con los ojos inyectados en sangre. La mayoría de los empleados me evita la mirada, pero aun así siento sus ojos en mi espalda. Sé lo que están pensando. Saben que Marina no está. Que algo pasó. Que esta casa —esa en la que solían escucharse risas y peleas suaves entre nosotros— ahora parece una maldita tumba.Justo cuando llego al estudio, la puerta principal se abre con fuerza.No necesito girarme para saber quién es.—¡Tenemos algo! —dice Federico, su voz es dura, sin aliento. Lo acompaña Alex, igual de tenso, los dos se ven ta
MarinaHan pasado poco más de cuarenta y ocho horas desde que me quitaron lo poco que me quedaba de libertad. Por momentos siento que estoy metida en una pesadilla y nada de lo que estoy viviendo es real, pero luego Daniel empieza a tener una infección en una de sus heridas, la fiebre lo azota y me doy cuenta de que es mi realidad y es un infierno.Mi infierno.El encierro, la oscuridad, el dolor y el miedo me han dejado cicatrices más profundas que cualquier golpe. Estoy en un cuarto húmedo, sin ventanas, con una bombilla que parpadea cada ciertos segundos como recordándome que sigo aquí.Daniel está recostado contra la pared, su fiebre ha bajado un poco desde anoche, pero sigue débil, el miedo a perderlo, a que las cosas se compliquen, a que muera aquí en este cuarto mugriento no me dejan de perseguir. A veces me pregunto cómo es que aún sigue luchando, él lleva tres veces el tiempo que yo aquí y sigue en pie. Yo… yo solo me mantengo en pie por él. Por esa promesa silenciosa que le
SalvadorCinco días, casi una semana entera es el tiempo que Marina lleva en manos de ese bastardo y la única prueba de que sigue con vida es la fotografía que he recibido de ella atada hace casi tres días.Muchas cosas han podido pasar en este tiempo.Siento que estoy totalmente atado de manos y el no poder hacer nada me está volviendo loco y si a eso le sumamos el hecho de que hay una persona que sabe exactamente en dónde puedo hallar a Marina, pero se niega a decirmelo, entonces puedo decir que estoy muy cerca de cometer un crimen si no encuentro una solución.Ayer fui a hablar con Renata y ella se negó totalmente a traicionar a su hermano, hemos estado al pendiente de si envía o recibe correspondencia, cualquier cosa que nos pueda llevar a su hermano, pero no hemos encontrado nada.Ahora me encuentro con Federico y el detective revisando hasta la última baldosa del apartamento de Renata tratando de encontrar cualquier cosa que nos pueda servir.Ella tenía que verse con su hermano,
MarinaHan pasado dos días desde que Joaquín nos prometió que intentaría ayudarnos, y la espera me está consumiendo viva. Estoy sentada en la esquina de la habitación, con la espalda apoyada contra la fría pared y los ojos clavados en la puerta, como si pudiera abrirse en cualquier momento y traernos buenas noticias. Pero no pasa. Solo silencio. Solo tiempo.Daniel duerme a mi lado, su fiebre ha bajado un poco desde que Joaquin nos consiguió algunos medicamentos que tengo escondidos, pero sigue débil. Intento no dejar que el miedo me consuma, pero cada vez que lo escucho gemir entre sueños, siento que el corazón se me parte.Joaquín nos dijo que escapar era casi imposible, la prueba es que Daniel casi muere intentandolo, que cada rincón de esta casa está vigilado, que las puertas se cierran con códigos distintos cada noche. Su idea era conseguir un celular, robarlo por unos minutos, enviar un mensaje con a ubicación y el mensaje de auxilio y borrar todo antes de que lo noten. Le di
SalvadorOdio los hospitales.No puedo evitar asociarlos a ese momento en el que mi padres murieron, puede que fuera solo un adolecente, casi un niño, pero el recuerdo lo tengo nítido en mi mente. Fue un accidente triple, tres autos colisionaron por culpa de un conductor ebrio, irónicamente el único que quedó vivo.Sin embargo se trata de Alex quién es casi como un hermano para mi y por eso ignoro todo lo que este lugar me genera, mientras camino de un lado a otro esperando alguna respuesta, hace más de una hora que entro a operación con una bala en su torso.Tengo la ropa manchada de sangre, su sangre, y el corazón latiendo como un loco dentro de mi pecho.No puedo perderlo.No puedo perder a más nadie, no voy a permitirlo.Y aparte de toda esta mierd4 está el hecho de que debemos esperar que el hacker encuentre algo que no sirva, pues desbloquear el celular no fue problema, Federico se lo llevo y a los 10 minutos tuvimos la confirmación, sin embargo las conversaciones son en clave.P