Salvador
Desde que todos salieron de la mansión para empezar las tareas que nos corresponden, la casa se siente extrañamente vacía. Como si el silencio se hubiera instalado para recordarme que el final está cerca, pero aún no lo suficiente.
Tenemos ubicaciones. Nombres. Pistas. El mapa está sobre la mesa del comedor, lleno de marcas rojas y subrayados. Pero nada concreto. Nada que nos diga "por aquí es". Y eso me carcome.
Es como si pudiéramos ver el final, pero no conseguimos llegar. Siguen y siguen saliendo problemas que nos mantienen en un limbo que detesto.
Camino por el pasillo, inquieto. Me paso la mano por la nuca. Algo no está bien. No con el caso.
Con ella.
Marina está rara desde que volvimos. Está en la casa, está en las reuniones, está en la cama... pero no está. Evita mirarme directamente, responde sin responder. La conozco demasiado bien para no notar que está esquiva.
Puedo sentir como mi cuerpo está tenso y mi mente se empieza a imaginar cientos de cosas que pueden ten