Capítulo 24
Al caer la noche de ese día la cena en casa de Magnus transcurría en un silencio casi ritual. La mesa estaba iluminada por una lámpara cálida, los cubiertos tintineaban suavemente y el aroma de la comida recién servida llenaba el ambiente. María, siempre contenta, cortaba con calma un trozo de carne, mientras observaba a su hijo con ese aire maternal que no perdía ni con el paso de los años. No tampoco porque su vida y estatus habían cambiado mucho gracias a Magnus. Ella seguía siendo muy natural y su hijo amaba eso.
— Hijo hace dos tuve una conversación muy interesante con la señora Daniela, la madre de Roma — comentó de pronto, rompiendo la monotonía del silencio — Ella es una mujer muy agradable y me contó mucha cosas interesantes de ellos.
Magnus levantó la vista apenas, intrigado por las palabras de su madre. No sabía que se llevaba tan bien con esa señora, pero tal vez si madre le podía dar algún dato extra de Roma que él no conocía.
— ¿Ah, sí? — preguntó con aparen