Capítulo 43
La mansión William está demasiado quieta tras lo ocurrido hace un par de minutos. Roma aún sostenía la carta recibida entre sus dedos, esa nota diminuta que solo decía “Te encontré”. Magnus no se aparta de ella en ningún momento y en su lugar, se mueve detrás de su cuerpo como un guardián gigante que no sabe si acariciarla o arrancar la cabeza de quién le haya enviado esa carta.
Los niños se encontraban en la sala jugando, ajenos a la amenaza y a la tensión del momento. Roma aunque sin éxito intenta actuar con total normalidad, pero cada vez que veía la carta entre sus manos; sus hombros se tensaban y no podía evitarlo.
Cuando los niños se acercaron a ellos con sus juguetes, de inmediato Magnus extendió una de sus manos y ella lo miró sin entender que era exactamente lo que quería.
— Dámela — dijo con voz calmada, hasta que al final Roma sin dudar, respiró profundo y después le cedió el papel.
Magnus lee la frase del papel una vez más y algo le cambia en la expresión del