Los días siguieron su curso con un ritmo agotador, pero la cercanía de la inauguración del circuito me daba un extraño alivio. A nivel estructural, todo estaba casi listo. Seguíamos trabajando en la iluminación, el sonido y, por supuesto, el paisajismo en todo su esplendor: mi especialidad. Sin embargo, también significaba pasar mucho tiempo en contacto con Botánica Global, es decir, junto a Andrés Cuevas. Eso me mantenía ocupada y enfocada, aunque la mente no dejaba de divagar.
La confesión de Kevin seguía pesándome. A eso se sumaba la paranoia constante por la posible conexión entre Alonso y Andrés.
Afortunadamente, Iván no me dejaba a solas con él. Permanecía a mi lado, revisando cada plan y paso a dar, como el genial asistente y amigo que era. Su presencia me aportaba seguridad.
Aun así, con el correr de la semana, la dinámica con Andrés comenzó a cambiar poco a poco. Cada día me demostraba su profesionalismo y pasión por el trabajo. Se notaba desde que llegaba el primer camión de