Al parecer mi declaración le agradó, porque de inmediato terminó por desabrochar hasta el último botón de mi camisa, dejando mi pecho al desnudo. Aún la tenía puesta, pero al parecer solo quería ver mi pecho y abdomen, pues se conformó con desnudarme parcialmente. Sentí sus uñas clavarse juguetonamente en mi piel, mientras ella me exploraba con ansias. Le gustaba lo que veía y me lo dejó saber. Solté un gruñido cuando rozó mi erección, lo que pareció emocionarla un poco más.
Una mano tentadora bajó hasta mi regazo, tomando mi erección por encima de la ropa. Contuve mis reacciones tanto como pude y ella sonrió, conocedora de que me tenía en su poder.
—Te gusta torturarme.
—Me gusta —asintió—. Por lo general, siento que tú eres quien mueve todos los hilos. ¿Entiendes? Siempre termino haciendo lo que te plazca. Y tenerte así, a mí disposición... Me gusta.
—Con que no era mentira que te gusta el sadomasoquismo —bromeé.
—¿Un Donovan Black sumiso? —preguntó con diversión—. Me apunto a ello.