Capítulo 31

—Debiste cuidarla mejor —dije hacia el director, quien parecía saber exactamente de lo que hablaba—. Era la amiga de tu hija. ¿Por qué no buscaste la manera de ayudarle?

—La busqué —confesó, aún bajo el encantamiento—. Hice todo lo que estuvo en mis manos.

—¿Eso crees? —pregunté, fuera de mis cabales—. Porque según veo, esa niña era una estudiante perfecta y tú fuiste quien la llevó a las calles.

—Los rumores...

—No eran ciertos —me aseguré de recalcarlo—. Los rumores sobre su prostitución no eran ciertos. E incluso si lo fueran, debiste ayudarla.

—No podía involucrarme.

—Sí, claro.

Me llevé los documentos, negándome a seguir hablando con ese ser. Estaba tan enfadado que podría destruir todo el lugar, pero me contuve.

Salí del instituto, un poco molesto. No me agradaba pensar en todo el trabajo que mi chica tuvo que hacer. Y mucho menos al ver que tuvo personas que podían ayudar.

Y no lo hicieron.

Ingresé en la camioneta, tomando un segundo para calmarme antes de tomar el teléfono y h
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