El contacto de su mano firme en la espalda, el roce de sus dedos entrelazados, el calor de su cuerpo tan cerca… todo conspiraba contra su resolución de mantener la distancia.
—Eres peligrosa, Eva Rusell —murmuró Luca, rozando su oído con su voz grave.
—¿Y tú qué eres? —preguntó ella, sin apartar la mirada.
—Un hombre que ya no puede ignorar lo que siente.
El mundo pareció detenerse por un instante. Eva sintió que las defensas que había construido se tambaleaban, y por un momento pensó en rendirse a lo inevitable. Pero la música terminó, y con ella el hechizo.
Se separaron sin decir palabra, conscientes de que habían cruzado otra frontera invisible.
El regreso
De vuelta en el rancho, la tensión explotó. Apenas cerraron la puerta, Luca la enfrentó.
—¿Qué demonios estabas haciendo al acercarte tanto a esos hombres? —reprochó, con el ceño fruncido.
—Recogiendo pruebas, lo que tú parecías olvidar mientras jugabas a ser mi guardaespaldas —replicó ella, furiosa.
—¡Estaban hablando de Martíne