Capítulo — Gritos en el pasillo (segunda parte )
(Punto de vista: Sofía Rojas)
El silencio era un golpe en seco. Hasta el reloj de pared pareció dudar si seguir marcando los segundos.
Yo seguía en el diván, el corazón atrapado en la garganta. Adrián estaba a dos pasos de mí, con la bandeja en la mano, y la herida entre nosotros abierta de par en par.
De pronto, la puerta se abrió y apareció Isabel.
Traía el rostro serio, cansado, con la mirada de quien sabe que el dolor todavía no terminó. Se acercó directo a mí, me abrazó fuerte y me besó en la frente. Después, giró hacia Adrián y, con un gesto rápido, le besó la mejilla. Fue un saludo extraño, seco, como si confirmara que había una tensión insoportable flotando en ese consultorio.
—Adrián —le dijo, clavándole los ojos—. Tu padre está en la comisaría con los detectives. Están moviendo todo para dar con Valeria Montesino. No hay margen para esperar más.
Yo me quedé helada. Isabel habló rápido, como si necesitara escupirlo todo de una