Capítulo 39– La Casa Donde Empieza la Luz
Punto de vista: Sofía Rojas
El sol no había terminado de levantarse cuando Sofía cerró la valija con manos firmes. No había llorado al empacar. No porque no doliera, sino porque sabía que, a veces, la fortaleza nace del cansancio de sufrir.
La noche anterior, después de la ecografía, luego de la inyección que marcó el inicio del tratamiento, Lily no se separó de ella. La acompañó en silencio, le preparó una infusión de manzanilla y le dejó claro, sin rodeos ni dramatismos, que no estaba sola.
Y más tarde, cuando las luces del apartamento ya estaban apagadas y solo el resplandor azul del teléfono iluminaba la habitación, llegó la llamada que definiría el día siguiente.
—Quedate con nosotros —le dijo Isabel—. Fabián está cada vez más débil y necesito ayuda, pero más que nada… quiero que vos estés cuidada. No deberías estar sola, hija. No ahora.
Sofía no discutió.
No fue una rendición. Fue una tregua. Con la vida y con su cuerpo. Con el amo