CAPÍTULO — Donde el Miedo Aprende a Esperar
(Punto de vista de Milagros)
Nunca pensé que ir al médico pudiera sentirse así.
No era solo una consulta.
Era llevar el corazón en la mano y el alma en un hilo.
Esa mañana no fui sola. Sofía y mamá caminaron a mi lado desde que bajamos del auto. Una a cada lado, como si mi cuerpo fuera frágil y, al mismo tiempo, sagrado. Yo me dejé cuidar por ellas, lo necesitaba. Por primera vez, no sentí culpa por eso.
Mamá me habló en el camino hacia el consultorio. Me dijo que lo que yo estaba viviendo ella también lo había vivido. Que con Martina no había pasado ni la cuarta parte de lo que pasó con Benjamín. Que con él, el miedo la había acompañado casi todo el embarazo, porque nunca sabían qué podía ocurrir, y que fue todo muy complicado. Que conmigo había sido distinto, todo más cuidado, más contenido… pero que el miedo estuvo ahí, parado, mirándolos a ella y a mi padre.
Ayden caminaba unos pasos adelante. Demasiado serio. Demasiado callado.
Lo conoc