Capítulo 24 – La Empresa y el Vacío
La puerta del ascensor se cerró con un sonido metálico detrás de él, aislándolo del mundo que acababa de dejar atrás. El viento helado de la terraza donde dejó a Valeria todavía parecía correrle por la nuca, como un susurro de advertencia que se negaba a callarse.
Adrián se pasó una mano por el rostro mientras caminaba hacia su despacho. El edificio Castell estaba en silencio, apenas habitado por el zumbido lejano de las impresoras, algunos teclados y los pasos apagados de los empleados que no se animaban a cruzarse con él.
Traía el mismo traje que había usado para enfrentar a Valeria esa mañana: camisa blanca, el cuello un poco desacomodado por la tensión acumulada, el saco azul oscuro colgado del brazo, y el reloj plateado que Sofía le había regalado, firme en su muñeca izquierda. Ese detalle, pequeño pero poderoso, lo mantenía anclado a lo importante.
No dijo nada al pasar junto a la secretaria. Solo inclinó levemente la cabeza y empujó la puerta