Capítulo 20– La promesa de un hombre Castell
Adrián seguía ahí, dentro del auto, estacionado frente a la casa de Sofía.
La calle estaba casi vacía, apenas iluminada por las luces tenues del barrio. En el segundo piso ese apartamento sencillo pero tan hogareño, la ventana del living dejaba escapar una luz cálida que dibujaba sombras sobre la cortina. Desde su asiento, Adrián podía distinguir una figura sentada en el sillón. Seguramente era ella.
El corazón se le apretó.
Sofía.
Sola. Pensando. Tal vez llorando, tal vez riéndose con Isabel y Lily. Él no lo sabía. No estaba ahí. Otra vez, no estaba.
Sacó el celular del bolsillo y escribió a su madre.
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No tardó en llegar la respuesta.
“Tranquilo, hijo. Ya me comuniqué con él. Está bien. Le dije que tenías una linda noticia para contarle. Pero no le digas lo de los posibles problemas genéticos del bebé. Si llega a tener alguna condición, que lo sepa cuando sea el momento. No antes. No vamos a cargarlo de angustia”