CAPÍTULO — Después de la Firma
La puerta se cerró detrás de Milagros con ese sonido seco y elegante que solo tienen las decisiones irrevocables. Ayden quedó sentado en la cama, con la carpeta apoyada en las piernas y la respiración todavía desacompasada. La había visto irse y le quedó la sensación que le había dejado un hueco extraño en medio del pecho.
Durante unos segundos no se movió.
Solo escuchó el eco del pasillo, el sonido distante de un carrito de enfermería, el silencio que volvía a apretar la habitación como un recordatorio de que, por primera vez en su vida, estaba enfrentándose a las consecuencias sin un colchón emocional que lo excusara.
Se frotó la cara con ambas manos.
Respiró hondo.
Miró la carpeta.
Y la abrió.
La primera página tenía el encabezado en mayúsculas, escrito con esa prolijidad férrea de Milagros, que siempre ordenaba todo.
CONTRATO DE ASESORAMIENTO LEGAL Y SUPERVISIÓN EJECUTIVA
Entre Milagros Saavedra y Ayden Castel.
Ayden tragó saliva.
Ver su nombre ju