Capítulo — El nacimiento de Mía
 El amanecer llegó sereno, casi cómplice. Sofía había pasado la noche inquieta, sintiendo cada contracción con mezcla de miedo y esperanza. Adrián no se despegaba de su lado: la sostenía de la mano, le acomodaba el cabello, le acariciaba la frente con un murmullo constante.
 —Estoy acá, Sofi… no tengas miedo —repetía, aunque el temblor en su propia voz lo delataba.
 El sanatorio estaba en calma. Todo se había preparado con delicadeza, sin apuros ni gritos. Después de lo que habían vivido con Ayden, esta vez habían planeado cada detalle para que Sofía se sintiera segura, cuidada. Isabel y Fabián aguardaban afuera, acompañados de Lili y Guillermo, mientras Ayden dormía en casa bajo el cuidado de Julia, Adriana y Lucas que se quedaron con Zoé también.
 Afuera lloviznaba finito, como si el cielo mismo quisiera bendecir ese día. Cada gota parecía un rezo silencioso, y Sofía lo sintió: esta vez el destino estaba de su lado.
 Cuando llegó el momento, Sofía apre