Capítulo — La confirmación más dulce
 El consultorio de Ángela estaba iluminado esa tarde de forma distinta . Las paredes tenían ese blanco limpio, pero decorado con algunos dibujos infantiles que pacientes pequeños le habían regalado a lo largo de los años. En una esquina, un pequeño moisés con una manta de ositos recordaba que la doctora misma estaba transitando su propio embarazo: su panza de siete meses ya era imposible de disimular.Fuebun regalo de sus compañeros de trabajo,es algo que se acostumbra a hacer cuando se acerca un nacimiento.
 —Dentro de unos días me voy de licencia —dijo con una sonrisa mientras se acomodaba detrás del ecógrafo—, pero no quería perderme este momento con ustedes. Ustedes son parte de mi historia también.
 Sofía le devolvió la sonrisa, conmovida, mientras se acomodaba en la camilla. Adrián le tomó la mano, entrelazando sus dedos como si necesitara sostenerla a ella y también a sí mismo.
 Ángela aplicó el gel frío sobre la panza de Sofía.
 —A ver, nuest