Capítulo — El regreso a Uruguay y la ecografía reveladora
El vuelo a Montevideo había sido largo, pero amable. Ayden dormía como un veterano, pidiendo galletitas y aplaudiendo cada vez que el avión se movía, como si entendiera que volver a casa también era una fiesta. Sofía, con su termo en la bandeja, había tomado un último mate amargo antes de aterrizar. Adrián, fiel a su promesa, se mantuvo con agua y sonrisa resignada: el mate dulce de París lo había dejado traumado.
Cuando bajaron por el pasillo, el corazón de Sofía latía con fuerza. Al fondo de la salida los esperaban Isabel y Fabián Castell, ansiosos, con los ojos brillando de emoción. El encuentro fue un torbellino de abrazos.
—¡Hija! —exclamó Isabel, atrapándola entre sus brazos—. ¡Qué linda que estás! Y esa pancita… ¡ya se nota!
Sofía sonrió emocionada, dejándose mimar como cuando era chica.
—Sí, mamá… este mes me creció un montón. Entre los mates dulces y los bizcochos de cada ciudad, te diría que el bebé también comió