Lilian se sentó sobre la alfombra de la sala, dejando que Aurora y Gabriel mostraran sus regalos con un entusiasmo encantador. Aurora enseñaba la horquilla de tonos pastel que ya adornaba su cabeza, mientras Gabriel estaba ocupado con el rompecabezas de animales que acababa de terminar de armar.
—¡Tía, esto es preciosísimo! ¿Verdad que parezco una princesa? —dijo Aurora girando sobre sí misma.
Lilian rió suavemente.
—Sí, Aurora es de verdad la pequeña princesa de la tía. Estás lindísima.
Aurora se daba golpecitos en las piernas con las palmas de las manos, el rostro iluminado por una emoción genuina.
—¡Tía! ¡Logré armar el elefante! ¡Mira! —exclamó, señalando el rompecabezas de colores vivos frente a ella.
—¡Guau, qué increíble! Vaya, Aurora, eres muy inteligente —respondió Lilian con una voz alegre, aplaudiendo con entusiasmo.
Las risas llenaban la habitación, ligeras y cálidas. Lilian