La sala de emergencias estaba llena de ruido, pero para Margaret todo sonaba distante. La policía acababa de llevarse a Lorain y a los otros involucrados.
Lucien intentó acercarse.
—Margaret —llamó él con voz baja—. Necesito explicarte lo que pasó allá adentro.
Ella no respondió. Ni siquiera giró la cabeza. Solo seguía mirando la puerta por donde Shaira había desaparecido minutos antes.
—No fue intencional —insistió él, dando otro paso—. Si el hombre escapó fue porque conocía el lugar. No porque lo hubiera dejado escapar… Margaret.
Adrien se interpuso con un movimiento seco, bloqueando el paso.
—Ella no quiere escucharte —dijo sin rodeos. —¿Acaso no te das cuenta?
Lucien lo miró con irritación.
—No te estoy hablando a ti.
—Y aun así voy a seguir respondiendo —replicó Adrien—. Hasta que atrapen al secuestrador, nadie puede garantizar nada. Ni siquiera tú.
Margaret sintió el aumento de tensión, pero no se movió. Ella simplemente estaba pendiente de la vida de su amiga, se sentía tan cu