Brandon creyó haber oído mal. No soltó a Shaira; la aferró con más fuerza, temblando. En ese instante, Margaret apareció acompañada de Lucien, Adrien y los hombres de Lucien. Ella corrió directo hacia su amiga, pero no alcanzó a tocarla: el secuestrador ya se había reincorporado y, con un movimiento brusco, sacó un arma del bolsillo.
—¡Todos al suelo! —gritó Lucien.
Adrien rodeó a Margaret con fuerza, cubriéndose mientras los hombres de Lucien respondían a los disparo. El secuestrador avanzó entre sombras estrechas, esquivando impactos, moviéndose con rapidez hasta desaparecer por una puerta secundaria casi invisible a simple vista.
—¡Vayan tras él! —ordenó Lucien.
Los hombres salieron corriendo.
Margaret se levantó de inmediato y corrió hasta arrodillarse junto a Shaira.
—¡Dios mío, amiga! Brandon, ayúdame a llevarla al coche. Tenemos que irnos ya.
—Yo me encargo —replicó él, decidido, tratando de sostener a Shaira.
Pero Shaira, débil, temblorosa, retiró su mano con un gesto brusco.