Capítulo 45
Cuando Lucien la vio así, con el camisón ligero y el cabello aún húmedo, sus ojos se oscurecieron de inmediato. Bajó la mirada por un instante, intentando disimular el deseo que lo invadía, pero no pudo evitar arquear una ceja con ese deje de ironía y provocación que siempre lo hacía irresistible. Su mano se deslizó por la cintura de Margaret de manera natural, acariciando la curva de su cintura y murmuró con voz baja, con un tono que revelaba cierta sorpresa.:
—Parece que has engordado un poco.
Margaret frunció el ceño, retrocedió un paso y se cubrió apresuradamente con la chaqueta que estaba tirada sobre una silla. Su voz se volvió fría, cortante.
—¿A qué has venido aquí, Lucien? No tenemos nada de qué hablar. Y si has venido a invitarme a tu boda con Lorain, no tengo el más mínimo interés.
Él sonrió sarcástico, y se mordió los labios, mostrando un tono casi divertido.
—¿Molesta? —preguntó, inclinándose apenas hacia ella, tan cerca que podía sentir su perfume—. ¿De ver