Capítulo 37. Bando
Angelo
El mensaje aún arde en mi pantalla, logrando que se me encienda la sangre. Nada en el mundo me molesta más que un chantaje. Es la forma más baja que alguien tiene de llamar la atención. Es de cobardes. De imbéciles que no se atreven a hablar a la cara. Y ya tengo una idea de quién está detrás; si mis sospechas son correctas, esta vez no pienso quedarme callado.
Coloco la dirección en el GPS y lanzo el celular al asiento del copiloto. Arranco el auto, y el navegador me guía por calles oscuras y desoladas. Cada curva alimenta mi furia al pensar en Emily. En cómo la han convertido en mi debilidad, en cómo se atreven a usarla para manipularme.
Cuando llego al lugar, no pierdo el tiempo. Entro con el arma en mano, el metal frío aferrado a mi palma como una extensión de mi propio cuerpo.
—Apártense o les vuelo la cabeza —gruño, negándome a ser amedrentado por un grupo de idiotas que juran que pueden venir a derrocar un imperio que se ha construido con tiempo, paciencia y valor. El val