Ana, una chica con el corazón roto, su padre la entrega a un desconocido, después de tener a su hijo, el hombre ordena que la dejen afuera de un hospital, pero Ana no se queda con los brazos cruzados. Después de un tiempo decide regresar y recuperar a su pequeño, pero el mundo no se lo pone fácil, ¿Por qué? Porque los trabajos decentes son solo para chicos, Ana decide disfrazarse de Aldo, y termina trabajando como asistente de unos gemelos revoltosos. El padre de los niños es un tipo complicado que no confía en las mujeres, y piensa que todas quieren conquistarlo debido a su dinero y status, la sorpresa llega cuando se siente atraído por Aldo, sin sospechar que detrás hay una mujer fuerte y decidida. En Diferente ante ti, te sumergirás en un mar de emociones, risas y decisiones difíciles, con mentiras bien intencionadas, y corazones en juego, Ana, o mejor dicho Aldo, se enfrenta al reto de su vida, ¿Revelar la verdad y arriesgarlo todo por amor, o mantener el disfraz para proteger a sus seres quewridos? ¡Preparate para un torbellino lleno de secretos y sorpresas!
Leer másAna deambulaba por las calles de una gran ciudad, su mirada perdida y su ropa rasgada, la hacían ver como un miembro más de las personas sin hogar, unas cuadras más adelante, un lujoso auto negro se detuvo de golpe al pasar junto a ella, Ana intento correr, pero sus débiles piernas no le respondieron, gritó con todas sus fuerzas pidiendo ayuda, había muchas personas a esa hora caminando sobre esa calle, nadie se acercó a ayudarla, era como si fuera invisible para ellos.
Del lujoso auto bajaron dos hombres, la tomaron por los brazos para después aventarla al interior del auto, ella comenzó a temblar descontroladamente, uno de los hombres subió junto a ella, enseguida le inyectó una sustancia transparente, el otro hombre tomó el volante, arrancó el auto y se alejó de ahí, avanzó despacio, sin prisa, no había de que huir, su jefe era el amo y señor de esa ciudad y gran parte del país.
Ana empezó a sentir que flotaba, en ese instante dejó de sentir miedo, las cosas a su alrededor se volvieron difusas, cerró sus ojos y se dejó llevar por esa extraña sensación.
Despertó un par de horas más tarde, se dio cuenta de que se encontraba en la misma habitación de la que había escapado días antes, comenzó a llorar desconsolada, no quería vivir de nuevo esa pesadilla, un instante después escucho que se abría la puerta, un hombre vestido elegantemente entró en la habitación seguido de otro.
—Vaya, la palomita ya regresó al nido, si vuelves a escapar o al menos intentarlo, te haré azotar y sabes que no estoy jugando, desde que tu padre te dio a cambio de sus deudas de juego, pasaste a ser propiedad de nuestro jefe, aún no define qué hará contigo, ni siquiera ha tenido interés en conocerte, así que no nos molestes o tendremos que desaparecerte, ni siquiera lo notara, le importas tan poco.
Ana escuchaba en silencio, hipaba por el llanto que intentaba contener, era una chica hermosa, tenía unos hermosos ojos oscuros como la noche, su cabello también oscuro, largo hasta la cintura, era completamente lacio, pero a ella le gustaba peinarlo con ondas, sus labios eran tan rojos como las cerezas, era alta y delgada, su tersa piel era muy blanca.
—Nuestro jefe regresará la próxima semana, así que hasta entonces estarás aquí, más vale que te comportes, ya él sabrá qué hacer contigo.
Los dos hombres salieron de la habitación, trató de calmarse, decidió darse una ducha, necesitaba limpiarse, en la habitación había algo de ropa que le habían llevado días antes, moría de hambre, había caminado sin rumbo durante dos días, no tenía a donde ir, así que durmió en la calle, no regresó a casa de su padre, esa no era opción, hubiera sido el primer lugar donde la hubieran buscado, no entendía por qué su padre le había hecho eso, vivía con él y su madrastra, esa mujer no la quería, su media hermana Alondra tampoco lo hacía.
Un ruido en la puerta de la habitación la volvió a la realidad, una mujer de avanzada edad entró con una bandeja, la mujer parecía compadecerse de la suerte de la chica.
—Es mejor que comas muchachita, a nadie dañas si no lo haces, solo a ti misma, dejó la bandeja sobre la pequeña mesa y se dio la vuelta para marcharse, Ana se puso de rodillas, abrazó las piernas de la anciana mientras suplicaba.
—Por favor debe ayudarme, yo no he hecho nada, tengo que escapar de aquí.
—No puedo hacerlo muchacha, yo no me meto en los negocios del jefe. —La mujer se reprochó que había estado a punto de decir lo que no debía.
Con dificultad se soltó del agarre de la chica y salió de prisa, Ana se levantó, se limpió las lágrimas que aún escurrían por sus mejillas, se quedó viendo hacia la charola, un exquisito aroma salía de ella, se acercó y al levantar la tapa pudo observar toda aquella deliciosa comida, comió hasta sentirse satisfecha, escondió algo de comida y una botella con jugo por si después decidían no alimentarla.
Instantes después se quedó dormida, estaba demasiado agotada que no sintió que por la noche alguien entró en su habitación, dejó la puerta entre abierta para que la luz del pasillo, así entre penumbras la observó, no podía distinguir muy bien sus facciones, el rostro del hombre no mostraba expresión alguna, después se dio media vuelta y se alejó cerrando la puerta, más tarde se reunía con sus hombres.
—Definitivamente será ella.
—¿Está seguro señor?
—Ya está decidido, así podré darle gusto a mi abuela y por fin podrá dejarme en paz.
—Como usted ordene, señor.
—Qué esté lista, a partir de mañana por la noche la visitaré.
Al día siguiente, por la noche, la anciana que le llevaba comida la visitó de nuevo, llevaba consigo algunas bolsas con diversas cosas.
—Debes bañarte, con esto le ofreció diversos productos, entre ellos jabones aromáticos, algunas cremas y perfumes —decide qué aroma te agrada más, después debes colocarte esta bata.
Le dio una pequeña bata de seda, Ana se sintió extraña por todo aquello.
—¿Qué pasa? ¿Por qué debo hacerlo?
—No preguntes jovencita solo hazlo, después de hacerlo debes acostarte con la luz apagada, recuerda lo que te dijeron los hombres que te han traído. —La anciana salió apresurada después de pedirle que tomara una extraña bebída, según dijo, era para que se relajara.
Ana decidió obedecer, no sabía de qué se trataba aquello, pero no quería que esos hombres la visitarán de nuevo.
Después de bañarse se acostó con la luz apagada tal y como la anciana le había pedido, estaba a punto de quedarse dormida cuando escucho que la puerta se abría, intentó levantarse y preguntar quién era, pero una helada y grande mano que cubrió su boca le impidió hacerlo.
—Shhh calla. —Fue lo único que escuchó, era una voz fuerte y demandante.
Lo siguiente fue una completa pesadilla para ella, aquel hombre comenzó a acariciarla, pudo sentir su aliento fresco sobre su cara, en ningún momento intentó besarla, recorrió todo su cuerpo con avidez, tenía tanto miedo que se sentía paralizada, aquel hombre invadió su cuerpo, lo hizo despacio, lo que menos quería era lastimarla, ya suficiente tenía la pobre chica con el padre que tenía.
Ana sintió que un terrible dolor invadía su interior, a aquel hombre poco le importaron sus lágrimas, después de sentirse satisfecho, se alejó de ella, se levantó y salió de la habitación, Ana maldecía su suerte, se levantó para bañarse, se sentía sucia, al hacerlo sus piernas se negaban a responder, sentía que un extraño sopor la invadía, aún sentía dolor en su vientre, al encender la luz pudo observar que la ropa de cama se había manchado de rojo.
Minutos después la anciana entró en la habitación de nuevo, sin decir una palabra, cambió las sábanas y se llevó la sucias, al notar la mancha pudo notar que sonrió con satisfacción, sí que era extraña esa anciana, Ana pensó que quien quisiera entraba en la habitación cuando se le daba la gana, por lo visto las personas en ese lugar no se molestaban en tocar la puerta.
La anciana hizo lo mismo por diez noches consecutivas, las mismas noches que aquel hombre la visitó, de nada valían sus súplicas, él parecía no escucharla, todo su cuerpo temblaba, se sentía angustiada, notaba que durante las noches sus fuerzas la abandonaban.
¿Es qué acaso ese hombre era sordo? Tal vez lo que pasaba era que no tenía un corazón que latiera dentro de su pecho que le permitiera sentir que le estaba haciendo daño.
Al onceavo día, al llegar la noche, ella temblaba, escucho la puerta, abrirse, era la anciana, esta vez solo llevaba la charola con alimentos y el extraño té.
—Debes alimentarte bien, así que es mejor que comas.
Ana no respondió, no tenía ánimo de nada, sentía que su vida se apagaba.
Un mes después la anciana llevó a un médico para que la revisara, tocó su vientre, después de eso tomó una muestra de sangre, sin decir una palabra, la anciana y él salieron de la habitación, a veces se sentía invisible, era como si no la vieran, solo tomaban de ella lo que querían y luego se retiraban.
Con el paso de las semanas se dio cuenta de que su vientre había crecido un poco, era claro que estaba embarazada, en parte eso la ilusionaba, cuando menos tendría un pequeño que la acompañara en su prisión, empezó a amar a su hijo, le hablaba todo el tiempo, también le cantaba.
La anciana llegó un día acompañada de nuevo por el médico, llevaban un gran aparato que tenía una pantalla, le pidieron que se recostara, el médico vertió una clase de gel frío sobre su vientre, ella se movió por impulso, con voz firme le pidió que no lo hiciera, enseguida empezó a pasar un pequeño aparato por su vientre, no pudo ver que era lo que se veía en la pantalla, estaba puesta de manera que solo la podían ver el médico y la anciana.
De nueva cuenta salieron de la habitación como si fueran fantasmas, ignorándola como siempre, ella no entendía qué era lo que pasaba.
Los meses pasaron, la anciana hablaba poco, pero la trataba bien, se preocupaba porque tuviera todo lo que necesitaba.
—Gracias, señora, es usted muy buena conmigo. —La anciana sonrió débilmente, se sintió culpable por lo que hacían con la chica.
Un día después, mientras cenaba, sintió un fuerte dolor en su vientre, afortunadamente la anciana se encontraba en ese momento con ella, salió enseguida para pedir ayuda, los dos hombres de traje entraron por ella.
Ana intentaba no gritar por el gran dolor que sentía, la ayudaba a tolerar el saber que pronto tendría entre sus brazos a su pequeño hijo, la llevaron a un cuarto donde había una camilla y diversos aparatos por si se necesitaban, un médico se acercó a ella, enseguida le colocó en el brazo una solución intravenosa, después de eso tomó una jeringa y se acercó de nuevo a ella.
Ana se quedó observando cómo aplicaba en la solución el líquido de aquella jeringa, no se dio cuenta a qué hora, la invadió la inconsciencia, despertó horas después, se dio cuenta de que se encontraba en un hospital, vio que una enfermera se acercaba a ella.
—Disculpe, señorita, ¿sabrá cómo está mi bebé? —La chica no contestó, solo se le quedó viendo de manera extraña.
—Por favor, necesito ver a mi bebé.
La enfermera tan solo agachó la cabeza y se retiró de ahí, poco después regresó acompañada de un joven médico.
—Veo que ya has despertado.
—Doctor, necesito ver a mi bebé. —El médico se quedó callado un momento mientras la observaba.
—Siento mucho tener que ser yo quién le informe esto, la trajeron hace unas horas, la dejaron en la puerta del hospital, contigo solo estaba un maletín lleno de dinero, no te preocupes que lo he guardado.
—¿Y mi bebé? ¿Dónde está mi bebé? —En ese momento comprendió todo, comenzó a llorar desesperadamente, ¿Qué había hecho en esta vida o alguna otra para merecer todo eso?
Una lujosa limusina se paró frente a la iglesia, de ella bajó la novia, todo el que la veía quedaba asombrado por su gran belleza, se encontraba muy nerviosa, siempre que había querido casarse ante un altar algo salía mal y terminaba sola, intentó controlar sus nervios, se dirigió hacia la puerta, cuando dio un paso adentro, la marcha nupcial comenzó a sonar, ella caminó a paso lento, al final del pasillo el novio la esperaba, cuando ella vio su gran sonrisa desaparecieron todos sus miedos, correspondió de igual manera, con una sonrisa que a él le pareció hermosa, la ceremonia fue hermosa, muy emotiva, ella no se lo podía creer, el destino la está recompensando, por todo lo que le había quitado.Ese día Antón y Ana por fin estaban frente al altar, el gran día había llegado, ella llevaba el tan anhelado vestido blanco que la hacía sentir como princesa de un cuento de hadas, él llevaba un traje hecho a la medida para ese tan importante día, en las calles había algarabía, habían hecho un
Lucien y Adrien todavía tendrían que esperar un par de meses más para casarse, él tendría que seguir con los baños de agua fría a todas horas, eso por un año más, pero después de eso pensaba desquitar todo lo que había sufrido.En España, la mente de Eva estaba completamente perdida, la gente que pasaba la veía con desprecio por el mal olor que despedía,, verse de aquella manera después de haberlo tenido todo, le había hecho terminar de perder la razón,en su débil mente ella era una mujer muy rica, pero al parecer eso solo se iba a quedar en sus sueños, porque sin documentos de identidad no podría reclamar nada de su fortuna, y Leon en cuanto la viera la regresaría al hospital psiquiátrico, que en el estado en el que estaba, sería lo mejor para ella, ahora comía buscando en la basura.Los padres de Lucas habían ido varias veces a querer intimidar a Antón para obligarlo a hacerse cargo económicamente de ellos.—Lo siento mucho por usted tío, pero no voy a pasar por alto que alentaron c
El médico atendió a Ana para que reaccionara, cuando despertó no entendía por que lloraba de aquella manera tan desesperada.—Lo siento por lo que voy a decirles, tener un hijo en la circunstancia que sea es una gran bendición, deberían de pensar un poco en eso. —El médico ya era una persona mayor, por eso se atrevió a decir aquello al que sabía era el jefe.—Solo es que no lo esperábamos, como puede ver, tenemos tres hijos, nos ha tomado por sorpresa, ¿Hay alguna manera de ver cuanto tiempo en realidad tiene? —Antón aún guardaba una esperanza de que ese niño no fuera hijo de Lucas.—Claro que la hay, cuando gusten los espero en mi consultorio para practicarle un ultrasonido, ahora hay aparatos muy avanzados, mediante ellos lo sabremos rápidamente.Antón acompañó al médico hasta la puerta después de agradecerle, enseguida regresó junto a Ana, quién seguía llorando desconsoladamente.—Por favor, no quiero que nadie se entere aún, hasta no saber si este bebé es tu hijo realmente, no sop
Ese mismo día, Cristina con sus padres viajaron a Sicilia, llevarían el cuerpo de Lucas de regreso a España, alguien filtró la noticia a los medios, pronto estaba en todos lados la noticia sobre la muerte del temible Escorpión negro.Para Antón fue muy difícil recibir a sus tíos, pero aún más ver el sufrimiento de Cristina.—Eres un hijo de put4, has matado a tu propio primo, era tu sangre, malnacido, por que ese cuento de que fue un guardia, no me lo creo, deberías de tener los suficientes pantalones como para aceptar lo que has hecho.—Yo no lo he hecho, en todo caso él es quien ha entrado a la mansión para intentar asesinarme y llevar a Ana con él.—Ana, siempre Ana, maldita mujer.—Cuidado con lo que dice o olvidaré el poco respeto que aun siento por usted, Ana es mi esposa, Lucas es quien no entendió jamás que ella nunca podría amarlo.—Esa cualquiera es seguro que lo hizo pensar que tenía una oportunidad con ella, por eso se atrevió a venir aquí.La madre de Lucas se fue sobre A
La amable ancianita abordó un taxi, le pidió la llevara a un hotel cercano, el chofer la llevó con gusto, cuando llegaron, la ayudó a bajar y llegar hasta el lobby, la amable anciana le dio una buena propina por su servicio, el hombre se retiró de ahí agradecido.Dos días antes, en otro lugar, Eva logró convencer a uno de los guardias para que la ayudara a escapar, sabía que aún era bella, así que fue fácil hacerlo caer entre sus redes, la ayudó a esconderse en un carrito de ropa que saldría hacia la lavandería, después fue a ese lugar por ella.—Listo preciosa, estás fuera.—Necesito recuperar mi fortuna, el imbécil de marido se ha quedado con ella.—Imagino que también querrás recuperar a tu hijo.—Por mí su padre puede hacer con él lo que quiera.El hombre solo alzó los hombros, la verdad a él le daba igual lo que esa mujer hiciera, si era muy bella, pero más que nada, inmensamente rica.Eva había pensado en matarlo, pero lo necesitaba, ya vería después cómo deshacerse de él, si pe
Cuando salieron al estacionamiento, una hermosa chica los alcanzó antes de que subieran al auto, se paró frente a Antón para saludarlo.—Hola, pensé que me llamarías.—Creo que le dejé muy claro a tu padre que no me interesaba salir contigo, además de que lo que estás haciendo es una gran falta de respeto para mi esposa.—Pero tu esposa está muerta. —La chica acababa de llegar de España, no se había enterado aún de que Ana había vuelto.Antón tomó la mano de Ana para jalarla hacia él.—Cómo puedes ver, eso no es cierto. —La chica palideció al observarla, por apresurarse a alcanzar a Antón, no había hecho caso de ella.—¿Ana? Lo siento, lo siento mucho, una disculpa por mi atrevimiento. —Se dio la vuelta para alejarse de ahí de inmediato.—Veo que eres popular entre las mujeres. —Comentó con disgusto.—Así es, pero a mi solo me interesa una, lastima que esa mujer no voltea a verme.Ella se apresuró para subir al auto, si supiera que ella pensaba que a un hombre como él era muy difícil
Último capítulo