Eva solo podía ver a aquel elegante hombre caminando con toda la naturalidad del mundo, olvidando los malos ratos que ella misma le había hecho pasar.
Por un momento se sintió culpable y, por otro, se sintió realmente agradecida de que estuviera ahí.
Porque era mentira, si él no hubiera estado ahí, ella seguramente se habría quedado pasmada, se hubiera quedado en shock, dejando que muchos la fotografiaran e hiciera de ella una comidilla ahí mismo.
Incluso le pasó por la mente que, tal vez, se habría hecho bolita ahí mismo, llorando y maldiciendo su suerte.
A la salida del edificio, ella aún llevaba puesto el blazer de Alejandro. Él le abrió la puerta que subiera y luego subió el equipaje en el asiento trasero.
Al final, el espacio era reducido, pero su equipaje no era tan grande, todo ello lo hicieron sin percatarse de que alguien los estaba vigilando y tomando fotografías.
Luego de ahí, Alejandro subió a su auto y condujo hacia el Four Seasons que se encontraba en Reforma.
Al llegar