Regresando sus pensamientos al presente, Demian lentamente soltó a Eva, pero ella se negaba a soltarlo. Ella sentía una cierta paz en sus brazos, ella sentía una extraña necesidad de que él no la dejase sola, al menos no por esa noche.
Ella sentía el corazón roto, sentía su alma perdida y sabía que el mundo a la mañana siguiente se le vendría encima, razón por la que no había atendido el móvil a pesar de las innumerables veces que había vibrado.
- Eva, debo irme, yo también tuve un largo día y necesito descansar. Si gustas, mañana, antes de irme a la oficina paso a verte y platicamos mientras desayunamos juntos, de ahí te llevo al hospital para que veas a tu amiga.
Recuerda una cosa, Eva Díaz, tú, estás aquí por Sara y por nadie más… Tu plan era cuidar a Sara y cuando esta se recuperará, tú regresarías a tu vida normal, no viniste aquí a hacer tu vida. – dijo Alejandro soltando el abrazo.
Él sabía que debía salir de ese lugar, o algo que no era correcto pasaría por su mente, más bien,