El fin de semana pasó, Alejandro tuvo que dejar a Eva y Augusto en Cataluña, aunque él hubiera querido quedarse, los pendientes en México y el peso de la familia acababa recaer sobre sus hombros.
- Augusto, me tengo que ir, pero el próximo fin de semana prometo venir a verte, haré todo lo posible por llegar desde el viernes, ¿Te parece?
Augusto, quien había tenido la oportunidad de pasar un día con su padre, no sabía bien cómo reaccionar, quería pedirle que no se fuera, quería pedirle que se quedara, pero tal como en muchas otras ocasiones paso con Maximiliano, soporto esa sensación de no saber si volvería.
- ¿De verdad vas a volver? -pregunto el niño con la duda de alguien a quien no quiere dejar de ver.
- ¡Claro que volveré! Es más, le voy a pedir a alguien que compre un teléfono y se lo dé a tu mamá para que podamos hacer videollamadas diariamente.
Los ojos del niño se abrieron y brillaron de una manera especial.
- ¡Está bien! Pero ¿Vienes el próximo fin de semana? ¿Verdad?
- ¡Sí!